La cicuta del vasallo

n el bajo medieval, existió un derecho ejerciente por los señores feudales que se llamaba “Derecho de pernada”. Consistía en poder disfrutar de la noche de bodas de aquella mujer (U hombre) que se casase con alguno de sus siervos.

          Mito o realidad, hay mucha documentación histórica, hasta bien entrado el siglo XV, que cita esas prácticas desde los siglos X y XI.

          La cicuta del vasallo está basada en una historia real que ocurrió durante el siglo XI en el condado de Barcelona y al respecto del derecho de Pernada. Aunque inicialmente Ludovico conquistó Barcelona y la incorporó a la corona francesa regentada por un conde designado por la nobleza, a mediados del siglo IX y con un conde visigodo (Sunifredo I) llegó el derecho hereditario del condado.

          Ramón Berenguer I, descendiente de este entramado genealógico es donde se centra esta historia. Nuestro querido Conde se enamora de una muchacha, se llama Isabel de Nimes con la que tuvo hasta 3 hijos. El primero, el heredero al condado, se llamaba Pedro Ramón. Arnau y Berenguer murieron siendo niños.

          El Conde, ejerció su derecho de Pernada con cada uno de sus sirvientes a lo largo de su vida. Y aunque este derecho estaba “aceptado” por la plebe, hubo un sirviente, un vasallo que decidió jurarle venganza: Beltrán.

          Beltrán trabajó para su señor toda su vida, para Ramón, que a la muerte de su mujer y condesa Isabel, se casó con Blanca, a la que repudió después de un año y por fin se casa con Almodis de la Marca. Con ella tiene cuatro hijos: Ramón Berenguer, Berenguer Ramón, Agnés y Sancha.

          Almodis era inteligente y muy adelantada a su tiempo. Ambos condes recogían parias a territorios musulmanes (Como Lérida) y con ese dinero agrandaban su condado a territorios colindantes. Unos territorios que Almodís quería para sus hijos gemelos Ramón y Berenguer. Algo que su hijastro Pedro Ramón, no veía con buenos ojos y Beltrán conocía ese sentimiento de muy primera mano. Pronto, Pedro Ramón desarrolló muchísimos celos hacia sus hermanastros Ramón y Berenguer. Beltrán vio una oportunidad de cumplir la venganza que juró a su mujer.

          Beltrán, con el tiempo, se acercó al hijo legítimo del conde, a Pedro Ramón. Se empezó a llevar muy bien desde pequeño. Cuando Pedro Ramón comenzó la adolescencia, estando su padre casado con Almodís, Beltrán le enseñó a cocinar lo que cazaba con su padre. Le enseñaba qué tipo de plantas aromáticas y raíces iban bien con la presa y las aves.

          Un día, volviendo de caza, Beltrán pensó que era el momento más adecuado. Pedro Ramón le consultó una receta al vasallo y éste le animó a cocinarla y a prepararla para su madrastra y para su padre. Beltrán le instó a Pedro Ramón a incluir en el plato de su madrastra unos brotes de una planta aromática que estaba cultivando en el huerto del conde y que recordaban a los ajos tiernos: La cicuta.

          La madrastra, Almodis, confiada en la comida cocinada por su hijastro, no dudó en ingerirla junto con el resto de los miembros de la familia. Ese tierno sabor a ajo, la envenenó lentamente hasta que ya no tuvo más remedio. Esa misma tarde, y durante la sobremesa, Almodís moría a manos de su esposo Ramón con el veneno de una cicuta y, Beltrán vio como un espectador más su venganza sin salir culpable.

          Pedro Ramón fue desterrado por aquel asesinato y ordenado a la guerra contra los musulmanes, donde finalmente perdió la vida.

En este vídeo puedes ver un poco de la evolución que tomó el tema desde sus inicios hasta los últimos arreglos que están publicados al principio.

©2020manusoriano.com
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